Este artículo surge de la necesidad de información sobre la sexualidad
en la discapacidad intelectual. Realmente son muy escasos los estudios y las
investigaciones realizadas en torno a la sexualidad con discapacidad. El hecho
de que muy pocos informes sobre el trastorno del espectro autista se hayan
centrado en los problemas sexuales se debe, probablemente, a la tendencia
general en la sociedad a ignorar o, incluso, a suprimir la sexualidad como parte
natural e integrada en el desarrollo de la personalidad. Son muchos los mitos y
falsas creencias que persiguen esta temática, ya que incluso, hoy en día la
sexualidad en personas sin discapacidad sigue siendo un tema tabú,
imaginemos más entre estas otras.
En el siglo veinte muchas personas con discapacidad física y intelectual
fueron recluidos en instituciones donde su vida cotidiana fue ensombrecida por
la vigilancia y el control. Estas personas no han tenido la oportunidad de tener
una vida privada en la cual su sexualidad podía desarrollarse en un marco de
seguridad emocional. El resultado fue suprimir la sexualidad, una vida de
soltería o la ocultación de la actividad sexual, a menudo en circunstancias que
eran humillantes y no deseadas.
Muchos tienden a pensar que las personas con discapacidad intelectual
o física son seres asexuados, es decir, que no tienen o no demuestran ningún
interés hacia la actividad sexual, pero esto es totalmente falso. Todos somos
seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos y esto se debe a que
todos tenemos cromosomas sexuados (XX y XY), gónadas sexuales (testículos
y ovarios), hormonas sexuales, una anatomía y fisiología sexual, una identidad,
una orientación y en la mayoría de los casos se desarrolla una conducta
sexual. Por lo tanto, habrá que hacer hincapié en cómo se desarrolla ésta y
cómo se manifiesta para poder ofrecerles a las personas con discapacidad, la
vida sexual más sana, respetable y placentera que les sea posible para que se
encuentren satisfechos y satisfechas con su propia erótica.
Mi experiencia de trabajo con personas con el Trastorno del Espectro
del Autismo, me demuestra que al igual que cualquier otra, tienen las mismas
necesidades sexuales pero presentan dificultades para llevarla a cabo de la
forma más satisfactoria posible, así como de expresarla dentro de un contexto
adecuado. Muchas personas con autismo tienen un comportamiento sexual
apartado de la norma, encontrándose con dificultades en el momento de
satisfacer sus necesidades sexuales. Una conducta sexual inapropiada y los
intentos de mantener contactos sexuales son a menudo fuente de tensiones
con su entorno inmediato. Ello puede llevar a un tratamiento equivocado o,
incluso, a anular las posibilidades del entorno de emprender acciones, con el
consiguiente arrinconamiento del problema. De hecho, los problemas sexuales
no resueltos pueden provocar una disminución de la calidad de vida. Cuando
nos damos cuenta de cómo la sexualidad influye en las emociones y en la
conducta humana, resulta obvio que este tema debería merecer más atención.
En la sexualidad, en los afectos, en el placer hay muchas cosas subjetivas. Lo
que significa que nadie está más preparado que otra persona.
Las personas con discapacidad también tienen derechos sexuales,
aunque muchos los desconozcan pero es de vital importancia que se cumplan
todos para garantizar una mejor calidad de vida y más ecuánime. Por tales
derechos me refiero a los siguientes:
o Derecho a la propiedad de su cuerpo.
o Derecho a tener una privacidad e intimidad.
o Derecho a recibir información y ayuda en el campo de la
sexualidad.
o Derecho a relacionarse con iguales y a las manifestaciones
sexuales propias de su edad.
o Derecho a explorar su cuerpo y descubrir sus posibilidades de
placer sexual.
Y si tienen capacidad para ello, con ayuda de los tutores, otros derechos
fundamentales:
o Derecho a mantener relaciones sexuales coitales o no coitales.
o Derecho a formar pareja.
o Derecho a elegir el estado civil que más le convenga.
o Derecho a tener o no descendencia.
También es fundamental hacer llegar a las personas con discapacidad, a
sus familiares, a sus cuidadores, profesionales y sociedad los siguientes
valores sexuales que no debemos de perder nunca de vista: es necesario que
se desbanque la idea de la genitalidad en la sexualidad y que esta conlleva a la
reproducción. La sexualidad está en todo el cuerpo y la procreación es un
componente más y no el único en la sexualidad. También veo necesario
posibilitar la aceptación personal de la sexualidad como fuente de placer, salud,
afectividad y fecundidad. También es muy importante asumir positivamente el
Hecho Sexual Humano y el proceso de sexuación. Habrá que fomentar una
actitud de comprensividad hacía la sexualidad en la discapacidad. Será
necesario analizar actitudes en la sociedad hacia la sexualidad y remarcar la
importancia de las actitudes de empatía. Conocer los elementos básicos de la
respuesta sexual y los afectos y emociones asociados. Y finalmente, dotar de
un aprendizaje secuencial de la masturbación para poder enseñárselas a sus
hijos e hijas, con el fin de que pueden realizar esta conducta de forma
autónoma, así como ayudarles a que enseñen a sus hijos a realizarlo en un
entorno de intimidad y privacidad.
Por todos estos argumentos recogidos en este artículo, veo necesaria la
formación inmediata sobre sexualidad en personas con discapacidad, en todos
los niveles, ya que es un derecho fundamental que tienen y que en la gran
mayoría de los casos (muchos de ellos por desconocimiento), no se respeta ni
se llevan a cabo. Es la única manera de dejar de soñar con este derecho
igualitario y empezar a convertirlo en una realidad
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Patricia Mira , Psicóloga infanti de NeuroSumma,
Máster en Intervención de Trastornos del Espectro Autista. Sexóloga.